jueves, 28 de noviembre de 2013

3 Mujeres y un helado



Pablito estaba sentado en clase haciendo un master por internet cuando su profesora le dice
- Si hay cinco pájaros parados en un arbusto y le disparas a uno con una pistola, ¿cuántos pájaros quedarían -
Ninguno - replica Pablito- porque uno moriría y los otros cuatro saldrían volando.
- Bueno, la respuesta que estaba buscando era cuatro, pero me encanta tu manera de pensar.
Entonces Pablito escribe en su compu - Tengo una pregunta para usted, señorita. Si hay tres mujeres sentadas en un banco comiéndose un helado, la primera lo está lamiendo, la segunda lo está mordiendo y la tercera lo está chupando. ¿Cuál de ellas está casada
La profesora se sonroja y contesta tímidamente -Bueno, no estoy segura... Supongo que la que lo está chupando.
- No. La que está casada es la que lleva el anillo de bodas en el dedo, pero me encanta su manera de pensar...

Spaguetti



Un abogado mantiene un romance con su secretaria. Al poco tiempo ésta queda embarazada y el abogado, que no quiere que su esposa se entere, le da a esta una buena suma de dinero y le pide que se vaya a parir a Italia.
La secretaria pregunta: - "¿Cómo voy a hacerte saber cuando nazca el bebe?"
El abogado responde: - "Tan solo enviame una postal y escribe Spaghetti con salsa. No te preocupes, yo me encargaré de todos los gastos".
Pasan seis meses y una mañana la esposa del abogado lo llama al bufete exaltada: - "Querido, acabo de recibir el correo y hay una postal muy extraña de Italia. La verdad no entiendo qué significa".
El abogado, acongojado, contesta: - "Espera a que llegue a casa y te explico".
Cuando el hombre llega a casa y lee la postal cae al suelo fulminado por un infarto. Llega una ambulancia y se lo llevan. Ya en el Hospital, el médico jefe se queda a confortar a la esposa y le pregunta cuál ha sido el trauma que ha precipitado tal ataque cardíaco. Entonces la esposa recoge la postal y lee: "Spaghetti, Spaghetti, Spaghetti, Spaghetti, Spaghetti, tres con salchicha y albóndigas y dos con almejas" 

La zorra y el espino



Una zorra saltaba en el campo sobre unos monticulos de tierra y estuvo muy cerca de caerse. En el proximo monticulo viendo el peligro inminente y para evitar caerse se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían, le dijo al espino: 
- ¡Acudí a tí por tu ayuda, y me has herido! 
A lo que respondió el espino: 
- ¡Tu tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción! 

"Nunca pidas ayuda al que acostumbra a hacer el daño. "

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cazando dos conejos



Un estudiante de artes marciales se aproximó a su maestro con una pregunta:
- "Me gustaría aumentar mi conocimiento de las artes marciales. Además de lo que aprendí con usted, me gustaría estudiar con otro profesor para poder aprender otro estilo. ¿Qué piensa de mi idea?".
- "El cazador que acecha dos conejos al mismo tiempo", respondió el maestro, "corre el riesgo de no poder atrapar a ninguno."

Experimento científico





1. Metes 20 monos en una habitación cerrada.
2. Cuelgas una banana del techo y pones una escalera para poder alcanzarla. Asegurándote que no exista ningún otro modo de alcanzar la banana que no sea subiendo por la escalera.
3. Instalas un sistema que haga caer una lluvia de agua helada en toda la habitación desde el techo cuando uno empiece a subir la escalera.
4. Los monos aprenden rápido que no es posible subir la escalera evitando el sistema de agua helada.
5. Luego, reemplaza uno de los 20 monos por uno nuevo. Inmediatamente, va a intentar subir la escalera para alcanzar la banana y sin entender porqué, será apaleado por los otros.
6. Reemplaza ahora uno de los viejos monos por otro nuevo. Entonces será apaleado también y el mono introducido justo antes que este será el que más fuerte le pegue.
7. Continua el proceso hasta cambiar a los 20 monos originales y que queden unicamente monos nuevos.
8. Ahora ninguno intentará subir la escalera, y más aún, si por cualquier razón a alguno se le ocurre pensarlo, este será masacrado por el resto de los monos. Y lo peor es que ninguno de los monos tendrá la menor idea del porque de la cosa.
Corolario: Es así como nace el funcionamiento y la cultura de una empresa.

Riqueza y pobreza





Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo, con el firme propósito de que viera cuan pobre era la gente del campo que comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos. 
Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en la granja de una familia campesina muy humilde. 
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: 
- ¿ Que te pareció el viaje? 
- !!Muy lindo papá!! 
- ¿Viste que tan pobre y necesitada puede ser la gente? 
- ¡ Si ¡ 
- ¿Y que aprendiste? 
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, y ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de 25 metros, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio, ellos tienen miles de estrellas. Nuestro patio llega hasta el limite de la casa, el de ellos tiene todo el horizonte. Especialmente papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo y rara es la vez que charlan conmigo. 
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo...y su hijo agregó: 
- Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser. 

martes, 19 de noviembre de 2013

Vivir como las flores




- Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro. 
- ¡Pues, vive como las flores!, advirtió el maestro. 
- Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo. 
- Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios 
que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. 
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse...

Ejercita entonces, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. 
Ésto, es vivir como las flores. 

Atapar al ladrón




 Resulta que tengo un sueño muy liviano, y en una de esas  noches noté que había  alguien andando sigilosamente por el jardín de la casa. Me levanté silenciosamente y me quedé siguiendo los leves ruidos que venían de afuera, hasta ver una silueta pasando por la ventana del baño.
Como mi casa es muy segura, con rejas en las ventanas y trancas internas en las puertas, no me preocupé demasiado, pero está claro que no iba a dejar al ladrón ahí, contemplándolo tranquilamente.
Llamé bajito a la policía e informé la situación y di mi dirección.
Me  preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa.
Aclaré que no y me dijeron que no había ningún móvil cerca para ayudar, pero que iban a mandar a alguien ni bien fuese posible.
Un minuto después llamé nuevamente y dije con voz calma:
- Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay  necesidad de que se apuren. Yo ya maté al ladrón con un tiro de escopeta calibre 12, que tengo guardada para estas situaciones. ¡ La pucha! ¡El tiro hizo un desastre sobre el tipo!
Pasados menos de tres minutos, había en mi calle 5 autos de policía, un helicóptero, una unidad de rescate, un equipo de TV, y una hinchada de los de los derechos humanos que no se perderían esto por nada del mundo. 
Ellos agarraron al ladrón in fraganti, quien estaba mirando todo con cara de asombrado. Tal vez él estuviese pensando que era la casa del Jefe de  Policía.
En medio del tumulto, un comisario se aproximó y me dijo:
- Creí que había  dicho que había matado al ladrón.
Yo contesté:
- Creí que me habían dicho que no había nadie disponible.

El cucharón


Federico vivía, en un departamento con Karla. Ante los ojos de la familia de Federico, Karla solo compartía departamento con Federico... Nadie podía comprobar otra cosa. Un día, Federico invita a su madre a cenar una noche en su apartamento de soltero. Durante la cena la madre no pudo quitar su atención en lo hermosa que era Karla, la compañera de apartamento de su hijo. Durante mucho tiempo ella había tenido sospechas de que su hijo tenia relación con Karla y al verla, la sospecha no pudo sino acrecentarse. En el transcurso de la velada, mientras veía el modo en que los dos se comportaban, se pregunto si estaría acostándose. Leyendo a su madre el pensamiento Federico le dijo:
- Mamá, se lo que estas pensando, pero te aseguro que Karla y yo solo somos compañeros de apartamento.
Aproximadamente una semana después, Karla le comentó a Federico que desde el día en que su madre vino a cenar, no encontraba el cucharón grande de plata para servir la sopa. Federico contestó que, conociendo a su madre, dudaba que ella se lo hubiese llevado pero que le escribiría una nota, y que la dejaría en un lugar visible en la casa de su madre... En la puerta del refrigerador. Así que se sentó y escribió:
"Querida mamá: No estoy diciendo que tu tomaras el cucharón de plata servir salsas pero tampoco estoy diciendo que no lo hicieras, pero el hecho es que este ha desaparecido desde que tu viniste a cenar a mi departamento. Con todo cariño, Federico".
Unos días mas tarde, sobre su escritorio Federico encuentra una nota de su madre que decía:
"Querido hijo: No estoy diciéndote que te acuestas con Karla o que no te acuestas con Karla, pero el hecho es que si Karla se acostara en su propia cama, ya habría encontrado el cucharón de plata para servir sopa, que yo puse bajo sus sabanas. Con todo cariño, Mamá".

jueves, 14 de noviembre de 2013

Perseverancia



La historia dice que este hombre fracasó en los negocios y cayó en bancarrota en 1831. Fue derrotado para la Legislatura de 1832. 
Su prometida murió en 1835. 
Sufrió un colapso nervioso en 1836. 
Fue vencido en las elecciones de 1836 y en las parlamentarias de 1843,1846, 1848 y 1855. 
No tuvo éxito en su aspiración a la Vicepresidencia en 1856, y en 1858 fue derrotado en las elecciones para el Senado. 
Este hombre obstinado fue Abraham Lincoln, elegido presidente de Estados Unidos en 1860. 
La lección es muy sencilla: sólo se fracasa cuando se deja de intentar. 

Fidelidad


Un matrimonio bautizó con la palabra “Increíble” a su hijo, porque tenían la certeza que haría increíbles cosas a lo largo de su vida. 
Lo cierto es que, lejano a aquel mandato familiar, Increíble tuvo una vida equilibrada y tranquila. Se casó y fue fiel a su esposa durante setenta años. 
Los amigos le hacían todo tipo de bromas, porque su nombre no coincidía con su estilo de vida. 
Justo antes de morir, Increíble le pidió a su esposa que no pusiera su nombre en la lápida, para evitar cualquier tipo de bromas. 
Cuando murió, la mujer obedeció el pedido, y puso, humildemente: “Aquí yace un hombre que le fue fiel a su mujer durante setenta años”. 
Cuando la gente pasaba por ese lugar del cementerio, leían la placa y decían: “¡Increíble!” 

Consejo chino



Una vez un campesino chino, pobre y muy sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo. 
Un día el hijo le dijo: "Padre, ¡qué desgracia! Se nos ha ido el caballo." 
"¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre, veremos lo que trae el 
tiempo..." 
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo. "¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho, nuestro caballo ha traído otro caballo." 
"¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre, veamos qué nos trae el tiempo." 
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se enfurecio y lo arrojó al suelo. E muchacho se quebró una pierna. 
"Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!" 
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: 
"¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!" 
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que se quejaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo. 
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno. 

MORALEJA: la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo. Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en que todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

El maestro y un escorpión



Un maestro oriental, cuando vió como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua. 
Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. 
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó. 
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone... ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?". 
El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida. 

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad,... otros la crean. 

Aprovechar una situacion desfavorable



Cuenta esta historia que un joven de la ciudad se fué al campo y le compró un burro a un viejo campesino, por $ 100. 
El campesino acordó entregarle el animal al día siguiente, pero al día siguiente el campesino le dijo: 
- Lo siento hijo, pero tengo malas noticias... el burro murió. 
- Bueno, entonces devuélvame mi dinero... 
- No puedo, ya lo he gastado… 
- Bien... da igual, entrégueme el burro... 
- Y ¿para qué?... ¿Qué va a hacer con él? 
- Lo voy a rifar. 
- ¡Estás loco! ¿Cómo vas a rifar un burro muerto? 
- Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto. 
Un mes después de este suceso, se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador. 
-Que pasó con el Burro? 
- Lo rifé, vendí 500 rifas a $ 2.- y gané $998.- 
-¿Y nadie se quejó? 
- Sólo el ganador... pero a él le devolví sus $ 2. 

Este es un ejemplo de cómo convertir una situación desfavorable, en un éxito. 

Los Niños

                                                   


En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua. El otro agarro una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas...”
En ese instante apareció un abuelo y, con una sonrisa, dijo:
—Yo sé cómo lo hizo.
— ¿Cómo? —le preguntaron.
—No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

"Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr". 

martes, 12 de noviembre de 2013

Respetar las opiniones



Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente, cuando ve a un japones poniendo un plato de arroz en la tumba vecina. El hombre se dirige al japones , y le pregunta: 
- Disculpe señor, pero ¿cree usted que de verdad el difunto comerá el arroz? 
- Si, respondió el japones... Cuando el suyo venga a oler sus FLORES. 


Respetar las opciones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan diferente y piensan diferente. No juzgues............ Solamente COMPRENDE 

La carreta vacía



Caminaba con mi padre, cuando se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó:
- ¿Oyes algo más, que el cantar de los pájaros?
Agudicé mis oídos y algunos segundos después, le respondí:
- Sí, es el ruido de una carreta.
- Éso es, - me dijo. - Es una carreta vacía.
Pregunté a mi padre:- ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la hemos visto?
Entonces, otra vez mas, me mostró su sabiduría:
- Es muy fácil darse cuenta: "Cuánto mas vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace".

Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y tratando con superioridad a los demás... O a aquellos, que no pueden estar, sin el estímulo de parlantes o de un televisor, que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oir la voz de mi padre diciendo:- "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace" Y a la vez : "cuánto se regocija el corazón, cuando vemos pasar una carreta repleta de carga preciosa... Silenciosa... Plena

El árbol generoso


Había una vez un árbol... Y el árbol amaba a un niño... Y el muchacho venía todos los días y cogía sus hojas. Y con ellas hacía coronas e imaginaba ser el rey del bosque... Y trepaba por el tronco... Y se colgaba de sus ramas... Y comía manzanas... Y jugaba al escondite... Y cuando se cansaba se dormía a la sombra... Y el muchacho amaba muchísimo al árbol... Y el árbol era feliz...
Pero el tiempo pasaba... Y el muchacho crecía... Y el árbol, con frecuencia, estaba sólo...
Un día, el muchacho se acercó al árbol, y éste le dijo:— Ven, muchacho, trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y come manzanas y juega a mi sombra y sé feliz...— Soy demasiado grande para trepar y jugar —dijo el muchacho—. Necesito dinero. ¿Puedes darme un poco de dinero?— Lo siento —dijo el árbol—, pero no tengo dinero. Sólo tengo unas hojas y manzanas. Coge las manzanas, muchacho, y véndelas en el mercado de la ciudad. Entonces tendrás dinero y serás feliz...
En seguida el muchacho subió al árbol, cogió sus manzanas y se las llevó. Y el árbol fue feliz... Y el muchacho se alejó. Se fue muy lejos sin poder ver al árbol... Y el árbol estaba triste...
Y un buen día, el muchacho volvió... Y el árbol se estremeció de alegría y dijo— Ven, muchacho, y trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y... se feliz.— Estoy demasiado atareado —dijo el muchacho— para trepar por tu tronco. Necesito una casa para cobijarme. Necesito calor como el comer. Quiero una esposa, quiero tener hijos y por eso necesito una casa.— Yo no tengo casa —dijo el árbol—. El bosque es mi casa. Pero tú puedes cortar mis ramas y construir una casa. Entonces serás feliz...
Y el muchacho cortó sus ramas... Las llevó para construir una casa... Y el árbol era feliz... Y el muchacho se fue lejos y no pudo ver al árbol por mucho tiempo...
Y cuando el muchacho regresó..., el árbol no podía ni hablar, embargado por la emoción.— Ven, muchacho —balbuceó—, ven a jugar.—Soy demasiado viejo y asediado por la tristeza para jugar —dijo el muchacho—. Necesito un barco que me lleve muy lejos de aquí. ¿Me puedes dar un barco?— Corta mi tronco y fabrica un barco —dijo el árbol—. Luego podrás navegar hasta playas lejanas... y serás feliz...
Y el árbol era feliz..., aunque no enteramente... Le faltaba compañía... Y después de mucho tiempo..., el muchacho regresó de nuevo.— Lo siento, muchacho —dijo el árbol— pero no me queda nada... Mis manzanas desaparecieron.— Mis dientes son demasiado débiles para comer manzanas —dijo el muchacho—.— Mis ramas... han desaparecido —dijo el árbol—. Ya no puedes columpiarte en ellas.— Soy demasiado viejo para columpiarme en ellas—dijo el muchacho—.—Mi tronco ha desaparecido —dijo el árbol—. Ya no puedes trepar.— Estoy demasiado cansado para trepar —dijo el muchacho—.— Lo siento—sollozó el árbol—. Quisiera darte algo... Pero ya no me queda nada. Sólo un tronco. Lo siento...
— Ahora necesito muy pocas cosas —dijo el muchacho—. Sólo un lugar tranquilo para sentarme y descansar... Estoy demasiado cansado...— Bueno —dijo el árbol enderezándose todo lo que pudo con gran esfuerzo—.— Bueno, siéntate. Un viejo tronco sólo sirve para asiento y descanso... Ven, siéntate.
Y el muchacho lo hizo... Y el árbol era feliz, feliz, feliz.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Los dos hombres y la chimenea



-Maestro - preguntó un hombre - quiero aprender de tu sabiduría. Me gustaría poder tomar la decisión adecuada en cada momento. ¿Qué debo hacer? ¿Por donde debo empezar?
En lugar de contestar, el sabio le formuló una pregunta:
- De una chimenea salen dos hombres. Uno con la cara tiznada y el otro con la cara limpia, ¿cuál de los dos irá a lavarse?
- Es evidente -dijo el hombre, sin pensarlo demasiado- que se lava la cara el que la tiene sucia.
- ¡En absoluto! –dijo, entonces, el sabio. ¡El que está limpio! Pues, éste, al ver al compañero sucio enfrente de él, se dice: “Ya que está sucio, yo también debo estarlo. Por lo tanto, tengo necesidad de ir a lavarme”. Mientras que el que está sucio, al ver a su compañero limpio, se dice: “Puesto que él está limpio, yo también debo estarlo. Por tanto no es necesario que vaya a lavarme”.
No siempre lo evidente acerca a la actitud adecuada. Ve a casa y piensa.
El hombre se fue y regresó a los quince días. Entonces le dijo al sabio:
- ¡Qué estúpido fui! Tenías razón. El que se lava la cara es el que la tiene limpia.
- En absoluto –contestó el sabio. ¡El que está sucio! Pues éste, al ver sus manos llenas de hollín, se dice: “¡Estoy sucio! Tengo que ir a lavarme”. Mientras que el que está limpio, al ver sus manos limpias, se dice: “Como no estoy sucio no tengo necesidad de lavarme...”.
La inteligencia y la lógica no siempre pueden darte una evaluación sensata de una situación. Sigue pensando.
El hombre regresó a su casa y pasados quince días volvió:
- ¡Ya sé, maestro! Los dos se lavan la cara. El que tiene la cara limpia, al ver que el otro la tiene sucia, cree que la suya está sucia y se lava; y el que la tiene sucia, al ver que el otro se lava la cara después de verlo, comprende que la tiene sucia y también se la lava.
El sabio hizo una pausa y luego añadió:
-No siempre la analogía y la similitud te servirán para llegar a la evaluación correcta si no es de una manera fortuita.
-No entiendo –dijo, desalentado, el hombre.
El sabio lo miró atentamente y le dijo:
-¿Cómo puede ser que dos hombres bajen por la misma chimenea y uno salga con la cara sucia y el otro con la cara limpia? Los dos, forzosamente, tienen que tener la cara sucia.
Cuando un problema está mal planteado, todas las soluciones son falsas.

Zanahoria, huevo o café



Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" -"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y tú, ¿cual de los tres eres?

El papel arrugado



Mi carácter impulsivo, cuando era niño me hacia reventar en cólera a la menor provocación, la mayoría de las veces después de uno de éstos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.
Un día mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo:- ¡Estrújalo!
Asombrado obedecí e hice con él una bolita.- Ahora -volvió a decirme- déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por más que traté el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
El corazón de las personas -me dijo- es como ese papel... La impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar...Más cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras... Luego queremos enmendar el error pero ya es tarde.
Alguien dijo alguna vez "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio". Por impulso, no nos controlamos, y sin pensar, arrojamos en la cara del otro palabras llenas de odio o rencor y luego cuando pensamos en ello nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado en el otro.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El paquete con las gafas



Un amigo mío fue a Madrid, sabiendo que su novia necesitaba unas gafas porque se las había roto unas noches antes en el cine. Al pasar por unos grandes almacenes se decidió a entrar y le compró unas.
La dependienta se las envolvió y él pagó la cuenta, pero, al marcharse, en lugar de coger el paquete con las gafas, cogió uno parecido que había al lado y que contenía unas bragas que seguramente alguna clienta de las que allí había acababa de comprar.
Mi amigo no se dió cuenta de la equivocaciópn y desde allí se fue a Correos y le envió la caja a su novia junto con una carta. La chica recibió el paquete y quedó perpleja por el contenido, de manera que leyó la carta, que decía:
"Querida mía:
Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que las tuyas las rompi hace poco en el cine. Además llevabas ya mucho tiempo con las que tenías y éstas son cosas que se tienen que cambiar de vez en cuando.
También espero que haya acertado con el diseño. La dependienta me dijo que eran la última moda y me enseño las suyas, que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras, cogí y me las puse allí mismo. No sabes cómo se rió la dependienta, porque estos modelos para chicas quedan muy graciosos en los hombres, y más a mí, que ya sabes que tengo unos rasgos muy alargados.
Una muchacha que había allí me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo viera el efecto que hacían, y he de reconocer que le quedaban muy bien, así que me decidí y las compré, con la esperanza de vértelas puestas bien pronto.
Usalas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos y, en fin, a todo el mundo, a ver que dicen. Al principio te sentirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas, y más ahora que has estado tanto tiempo sin llevar ningunas. Si te están muy pequeñas me lo dices, que si no te van a dejar señal cuando te las quites para ir por la calle y todo el mundo va a notar que las tienes. Ten también cuidado que no te estén grandes, no sea que vayas andando y se te caigan. Llévalas con cuidado, no vayas a romperlas y, sobre todo, no vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tienes la costumbre de llevarlas en la mano para que todos vean tus encantos.
En fin, para qué te voy a pedir nada más; sólo te digo que estoy deseando vértelas puestas y que te las quites la próxima vez que vayamos al cine.
Este es el mejor regalo que podría hacerte, cariño".

El leñador tenaz



Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que un leñador se decidió a hacer buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona.El hombre entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.
— Te felicito – dijo el capataz — sigue así.
Animado por las palabras del capataz, un leñador se decidió a mejorar su propio record; así que esa noche se acostó bien temprano. Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.
— Me debo haber cansado – pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de cortar su segundo árbol.
Inquieto por lo que pensaría del capataz, un leñador se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. El capataz le preguntó:
— ¿cuanto hace que no afilas tu hacha?— ¿afilar? No he tenido tiempo de afilarla, he estado muy ocupado cortando árboles.

¿Dónde está la felicidad?


Al principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una travesura.Uno propuso:
-Tendríamos que robar algo a los hombres. El problema es: ¿qué les robamos?.
Tras pensarlo mucho, uno dijo:
-¡Ya lo sé! Les robaremos la felicidad. Pero el problema está en dónde esconderla para que no la puedan recuperar....
Uno opinó:
- Podríamos esconderla en la cumbre de la montaña más alta.
Pero inmediatamente, otro replicó:
- No, recuerda que tienen fuerza. Alguna vez alguien puede subir y encontrarla. Si uno la encuentra, enseguida todos sabrán dónde está....
Inmediatamente otro propuso:- Vamos a esconderla en el fondo del mar....
Pero acto seguido le replicaron:
- No, recuerda que son curiosos. Alguna vez alguien llegará a construir un aparato para poder bajar y la podrá encontrar....
Y todavía otro dijo.
- Escondámosla en un planeta bien alejado de la Tierra.
Y le respondieron todos:- No, recuerda que son inteligentes, y cualquier día habrá alguien que construirá una nave que pueda viajar y descubrirla. Y entonces, todos tendrán la felicidad...
El último de ellos era un demonio que hasta aquel momento había estado callado escuchando atentamente cada una de las propuestas de los otros. Tras hacer un análisis de cada una, propuso:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente nadie nunca la encuentre.
Los demás, sorprendidos, le dijeron a coro:
- ¿Dónde?.
El demonio respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos reconocieron que tenía razón y estuvieron de acuerdo. Y, desde entonces, ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad por todas partes sin darse cuenta que la lleva escondida dentro de sí mismo.

martes, 5 de noviembre de 2013

Las dos ranas


Dos ranas saltaron dentro de un cubo de nata en una lechería.
-Más vale que nos demos por vencidas –croó una de ellas mientras se esforzaba en vano por salir. Estamos perdidas.
-Sigue nadando –dijo la otra. Saldremos de alguna manera.
-Es inútil –chilló la primera. Es demasiado espeso para nadar, demasiado blando para saltar y demasiado resbaladizo para arrastrarse. Como de todas maneras hemos de morir algún día, mejor que sea esta noche.
Así que dejó de nadar y pereció ahogada.
Su amiga siguió nadando y nadando sin rendirse. Y al amanecer se encontró sobre un bloque de mantequilla que ella misma había batido. Y allí estaba, sonriente, comiéndose las moscas que acudían en bandadas de todas las direcciones.

Los tres filtros



Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
- “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...”
Sócrates lo interrumpió diciendo: -“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?
-“¿Los Tres Filtros...?”
-“Sí” - replicó Sócrates. El primer filtro es la VERDAD. –“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”
-“No... lo oí decir a unos vecinos...”
-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”
-“No, en realidad no... al contrario...”
-“¡Ah!” - interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos al último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”
- “Para ser sincero, no.... Necesario no es.”
- “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario... sepultémoslo en el olvido...”

La carta del suicida



Junto al cadáver de un suicida se encontró una carta explicatoria diciendo:
Sr. Juez: No culpe a nadie de mi muerte, me quito la vida porque dos días más que viviese no sabría quién soy en este mar de lágrimas, y sería mucho martirio. Verá Ud... Sr. juez.
Tuve la desgracia de casarme con una viuda, ésta tenía una hija, de haberlo sabido, nunca lo hubiera hecho.
Mi padre, para mayor desgracia era viudo, se enamoró y se casó con la hija de mi mujer, de manera que mi mujer era suegra de su suegro, mi hijastra se convirtió en mi madre y mi padre al mismo tiempo era mi yerno.
Al poco tiempo mi madrastra trajo al mundo un varón, que era mi hermano, pero era nieto de mi mujer de manera que yo era abuelo de mi hermano.
Con el correr del tiempo mi mujer trajo al mundo un varón que, como era hermano de mi madre, era cuñado de mi padre, y tío de sus hijos.
Mi mujer era suegra de su hija, yo soy, en cambio padre de mi madre, y mi padre y su mujer son mis hijos; además, yo soy mi propio abuelo.
Sr. juez: Me despido del mundo porque no sé quien soy.
El cadáver.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El vuelo del halcón


Un rey recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería, para que los entrenara. 
Pasados unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía: no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó, entonces, la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. 
Al día siguiente, a través de la ventana, el monarca pudo observar, que el ave aún continuaba inmóvil. Entonces, decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.
A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte, 
"Traedme al autor de ese milagro". 
Su corte rápidamente le presentó a un campesino. El rey le preguntó:
- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago?
Intimidado el campesino le dijo al rey:
- Fue fácil mi rey. Sólo corté la rama, y el halcón voló. Se dio cuenta que tenía alas y se echó a volar.
¿A qué estás agarrado que te impide volar?¿De qué no te puedes soltar?

La esposa desconfiada



Un matrimonio fue invitado a una fiesta de máscaras y disfraces. A ella le dolía muchísimo la cabeza y le pide al marido que se vaya solo. Él protestó, pero ella le dijo que se iba a tomar una aspirina e irse a la cama, por lo que no había necesidad de que él se quedara en la casa. Así que el marido se puso el disfraz y se fue. La mujer, después de dormir una hora, se despertó bien, sin dolor. Como era temprano decidió ir a la fiesta. Y como el marido no sabía cuál era su disfraz, ella pensó que sería divertido observar como actuaba él cuando estaba solo. Ella llegó a la fiesta y enseguida vio al marido bailando en la pista con cada chica con la que se cruzaba, tocando un poco por acá y tirando besitos por allá. La esposa se le acercó y empezó a seducirlo. Él dejó a la mujer con la que estaba y se dedicó a la recién llegada. Ella lo dejó avanzar todo lo que él quisiera: finalmente era su marido. En un momento, él le susurró una proposición en el oído y ella aceptó. Salieron de la fiesta y en uno de los autos tuvieron sexo. A medianoche, antes de desenmascararse, la señora se escabulló, fue a su casa, se quitó el disfraz y se metió en la cama, preguntándose qué clase de explicación le iba a dar el marido. Cuando él entró, ella estaba sentada en la cama, leyendo.
- "¿Cómo te fue?", le preguntó.
- "Bueno, lo de siempre", dijo él. "Ya sabes que no la paso bien cuando no estoy contigo".
- "¿Bailaste mucho?"
- "Ni una sola pieza. Cuando llegué, me encontré con Pedro, Guillermo y otros muchachos, así que nos fuimos a la planta alta y jugamos póker toda la noche. ¡Lo que no me vas a poder creer es lo que le pasó al tipo al que le presté mi disfraz!"

Avivar la llama interior


Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.
Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?”
La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.
El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”

sábado, 2 de noviembre de 2013

El cuervo y el conejo



Un cuervo estaba sentado en un árbol, sin hacer nada todo el día. Un pequeño conejo se dio cuenta de esto y le pregunto:

¿Puedo sentarme como tú y pasarme todo el día sin hacer nada?
El cuervo respondió: ¡Claro! ¿Por que no?
El conejo se sentó en el suelo, y descanso.
Repentinamente, apareció un lobo salto encima del conejo y se lo comió.

Moraleja: Para estar sentado sin hacer nada, debes estar muy, muy alto











El anillo


-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le, dijo: - Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... - y haciendo una pausa agregó -si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
- E... encantado, maestro, titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.
- Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó - toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado.
Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado - más de cien personas - y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.
- Maestro - dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- Qué importante lo que dijiste, joven amigo - contestó sonriente el maestro -. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo: 
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
- 58 monedas!!! Exclamó el joven.
- Sí, replicó el joyero - yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa  y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvio a su trabajo.

¡ AGUAAAAA !



Un tipo viene arrastrándose por el desierto, casi muerto pidiendo con sus últimas fuerzas:
-Aguaaa... aguaa... agua... agua...
De pronto aparece una tienda en medio del desierto, el tipo se arrastra como puede y le dice al tipo que está en la tienda:
-Aguuaaa... deme aaguaa, me mueeerro... aaaguaaa...
El tipo de la tienda le dice:
-Compañero, agua no tengo, pero yo vendo corbatas... mire, mire... tengo de todos colores, de disney, del demonio de tasmania, hasta con la cara de Chávez y de Carlos Andrés abrazados...
El tipo le dice:
-¡Queee cono contigooo, necesito aaaguaaa!...
El vendedor le insiste:
-Ya le dije que no tengo agua, pero mire las corbatas, baratísimas, acepto tarjeta y cheques conformables.
El tipo casi muerto le repite:
-¡Aaaguaaaa!
El vendedor le dice:
-Bueno mirá, como a 8 kilómetros hay un restaurante, allí a lo mejor tienen agua... pero, compadre, cómpreme una corbata... mire, mire.
El tipo no quiso escucharlo más y se arrastró durante todo un día... Hasta que por fin divisa un restaurante en medio del desierto. Llega ya con sus últimas fuerzas y le dice al portero:
-Agguaaa... me muero... aaaaguaaaa..
Y el portero le dice:
-Amigo, le daría el agua, pero es que no puede entrar sin corbata

viernes, 1 de noviembre de 2013

Arreglar el mundo



Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.
Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta, se lo entregó a su hijo diciendo: - “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.”
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente: - "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo.
Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?¿Cómo el niño había sido capaz? – “Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, cómo lo lograste?”
– “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, ví que del otro lado estaba la figura del hombre. Así, que dí vuelta a los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era.” - “Cuando conseguí arreglar al hombre, dí vuelta a la hoja y ví que había arreglado al mundo.”

El poeta y la rosa


El poeta alemán Rilke vivió un tiempo en París. En su trayecto a la universidad, todos los días, pasaba junto a una amiga francesa, por una calle muy frecuentada.
En una esquina de esta calle estaba siempre una mujer que pedía limosna a los transeúntes. La mujer se sentaba siempre en el mismo lugar, inmóvil como una estatua, con la mano extendida y los ojos fijos en el suelo. Rilke nunca le daba nada... mientras que su compañera solía darle alguna moneda.
Un día, la joven francesa, asombrada, le preguntó al poeta:
- ¿Por qué nunca le das nada a esta pobrecilla? 
-Le tendríamos que regalar algo a su corazón, no solo a sus manos -respondió el poeta. 
Al día siguiente, Rilke llegó con una espléndida rosa, la puso en la mano de la mujer y se disponía a continuar el camino.
Entonces sucedió algo inesperado... la mujer alzó su vista, miró al poeta, se levantó como pudo del suelo, tomó su mano y la besó... luego se fue, estrechando la rosa contra su cuerpo.
Durante una semana nadie la volvió a ver. Pero ocho días después, la anciana apareció de nuevo sentada en la misma esquina, silenciosa e inmóvil como siempre.
- "¿De qué habrá vivido todos estos días que no recibió nada?"-preguntó la joven francesa. 
- "De la rosa" -respondió el poeta.

La bolsa de clavos

                                 

Erase una vez un joven con un carácter peculiarmente violento.
Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que clavara un clavo en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia y se peleara con alguien. El primer día, llego a clavar 37 clavos en la cerca.
Durante las semanas siguientes aprendió a controlarse, y el número de clavos colocados en la cerca disminuyo día tras día: había descubierto que era más fácil controlarse que plantar clavos. Finalmente, llego el día durante el cual el joven no sujetó clavo alguno en la cerca.
Entonces fue a ver a su padre y le dijo que había conseguido no clavar ningún clavo durante todo el día.
Su padre le dijo entonces que quitara un clavo de la cerca del jardín por cada día durante el cual no hubiera perdido la paciencia.
Los días pasaron y finalmente el joven pudo decirle a su padre que había quitado todos los clavos de la cerca.
El padre condujo entonces a su hijo delante de la cerca del jardín y le dijo:
- "Hijo mío, te has portado bien, pero mira cuantos agujeros hay en la cerca del jardín. Esta ya no será como antes. Cuando te peleas con alguien y le dices algo desagradable, le dejas una herida como esta. Puedes acuchillar a un hombre y después sacarle el cuchillo, pero siempre le quedará una herida. Poco importa cuantas veces te excuses, la herida verbal hace tanto daño como una herida física. Los amigos son joyas raras, te hacen reír y te animan. Siempre están dispuestos a escucharte cuando los necesitas, te sostienen y te abren su casa. Por ello, guarda a tus amigos como si fueran un verdadero tesoro y quiéreles hasta echarles de menos, porque si eso ocurre una parte de tu vida se habrá ido con ellos.