jueves, 14 de noviembre de 2013

Fidelidad


Un matrimonio bautizó con la palabra “Increíble” a su hijo, porque tenían la certeza que haría increíbles cosas a lo largo de su vida. 
Lo cierto es que, lejano a aquel mandato familiar, Increíble tuvo una vida equilibrada y tranquila. Se casó y fue fiel a su esposa durante setenta años. 
Los amigos le hacían todo tipo de bromas, porque su nombre no coincidía con su estilo de vida. 
Justo antes de morir, Increíble le pidió a su esposa que no pusiera su nombre en la lápida, para evitar cualquier tipo de bromas. 
Cuando murió, la mujer obedeció el pedido, y puso, humildemente: “Aquí yace un hombre que le fue fiel a su mujer durante setenta años”. 
Cuando la gente pasaba por ese lugar del cementerio, leían la placa y decían: “¡Increíble!” 

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