La hermosa vecina (que esta divorciada) llama a la puerta de un vecino y le dice, mira, acabo de llegar y estoy con unas ganas locas de divertirme, salir a bailar, hacer el amor sin parar en todas las posiciones durante toda la noche..... ¿Estas acupado esta noche? Él dice, ¡¡claro que no!!... Entonces ¿Me puedes cuidar al niño?.
Actuales y populares para pasar un buen rato, reflexionar, pensar... directos, con moraleja.
martes, 24 de febrero de 2015
Taxista
- Señor, por favor apáguese la radio, ya que mi religión no me permite escuchar música porque en el tiempo del profeta no había música ni radio.
El taxista, lo ve medio enojado y apaga la radio, prende un cigarrillo, y el tipo, le toca el hombro
- Señor, por favor apague el cigarrillo, mi religión no tiene vicios, ya que el profeta no tenía ningún vicio.
El taxista enojado detiene el auto, se baja y abre la puerta del pasajero… El tipo intrigado, le pregunta:- ¡Oiga! ¿Qué hace usted?
- Bájese del taxi, en el tiempo de tu profeta no habían taxis, ¡así que se baja de mi auto y espera un camello por idiota.
un cuento… muy verde
Había una vez un duendecito verde, que vivía en un bosque verde, en una casita verde con verde chimenea. Le encantaban sus matas verdes, su cerca verde y los cuentos verdes muy verdes. Una noche, después de un día perramente verde, verde de la piedra se dispuso a descansar. Tomó uno de sus libros verdes de la librera verde, se sentó en su sillón verde e inició su verde lectura para relajarse verdemente. De repende, en medio de la noche verde, tres golpes verdes en su puerta verde interrumpieron el verde silencio del bosque….
toc, toc, toc
- Quién es?? – preguntó verde del susto el duendecito verde. Pero nadie respondió.
toc, toc, toc
- QUIÉN ES??!!! – gritó. -Quién osa interrumpir mi momento verde??!!!
Se bajó del sillón, metió sus piecitos verdes en las pantuflas… que adivinen de qué color eran, y caminó hasta la puerta verde. Temblando de lo verde abrió la puerta verde un poquitico y se asomó.
Frente a el, encontró una carita sorprendida de un duendecito rojo, que rojo de verguenza exclamó:
- Perdón! creo que me equivoqué de cuento!
La nube avariciosa
Érase una vez una nube que vivía sobre un país muy bello. Un día, vio pasar otra nube mucho más grande y sintió tanta envidia, que decidió que para ser más grande nunca más daría su agua a nadie, y nunca más llovería.
Efectivamente, la nube fue creciendo, al tiempo que su país se secaba. Primero se secaron los ríos, luego se fueron las personas, después los animales, y finalmente las plantas,hasta que aquel país se convirtió en un desierto. A la nube no le importó mucho, pero no se dio cuenta de que al estar sobre un desierto, ya no había ningún sitio de donde sacar agua para seguir creciendo, y lentamente, la nube empezó a perder tamaño, sin poder hacer nada para evitarlo.
La nube comprendió entonces su error, y que su avaricia y egoísmo serían la causa de su desaparición, pero justo antes de evaporarse, cuando sólo quedaba de ella un suspiro de algodón, apareció una suave brisa. La nube era tan pequeña y pesaba tan poco, que el viento la llevó consigo mucho tiempo hasta llegar a un país lejano, precioso,donde volvió a recuperar su tamaño.
Y aprendida la lección, siguió siendo una nube pequeña y modesta, pero dejaba lluvias tan generosas y cuidadas, que aquel país se convirtió en el más verde, más bonito y con más arcoiris del mundo.
Los dos hermanos
Dos hermanos, Juan y Pedro, mantenían una buena relación pero nunca se veían. un día, el primero de ellos se encontró con un amigo común que le dijo que Pedro no le iban bien la cosas y su mujer estaba muy enferma y no podía cuidar a sus hijos como querría. Viendo la gravedad del asunto, Juan hizo las maletas y se presento por sorpresa en casa de Pedro.
Cuando llegó, se dieron un fuerte abrazo y Juan le contó que se había quedado sin hogar por culpa del incendio y que le habían despedido del trabajo, por lo que pedía que le acogiese en casa. Él le pagaría por ello y además, cuidaría de sus hijos.Así las cosas, Pedro pudo dedicarse de lleno al trabajo y, como era un profesional, pronto ascendió a un cargo muy bien remunerado. Por su parte, la mujer se restableció y volvió a ser la ama de casa ejemplar.
Resueltos los problemas, Pedro le dijo a su hermano que ya le cobraría y le buscaría un buen empleo. La respuesta de éste le dejó descolocado: "en realidad, no me hace falta el dinero, porque soy millonario. Si te hubiese ayudado económicamente no habrías valorado lo que te ha costado recuperarte, puesto que lo que se consigue sin esfuerzo se pierde rápidamente"
La ceguera del triunfo
El león estaba tranquilamente dormitando bajo uno de los pocos árboles que quedaban en la sabana cuando cuando un insolente mosquito interrumpió su siesta. El insecto quería retarle a un enfrentamiento y el felino, cada vez más enfadado, aceptó para quitárselo de encima cuanto antes.
El mosquito no le dejó ni reaccionar y empezó a picarle sin parar, ahora en la cola, ahora en las orejas, ahora en el morro...
Por su parte, el león sacaba toda su fiereza en cada zarpazo intentando espantar al endiablado insecto, aplastarlo contra el suelo o atraparlo, por fin entre sus fauces.
Pero todos los esfuerzos del rey de la jungla fueron en vano, porque su cuerpo acabó hinchado como una bota por el veneno de las numerosas picaduras. Aturdido y avergonzado, aceptó su derrota mientras el voraz mosquito, henchido de orgullo y de sangre haciendo alarde poco disimulado de su victoria, se alejó del lugar bajo los efectos de la ceguera del triunfo.
Como estaba en una nube, el insecto se descuidó y, sin darse cuenta, cayó en una gran telaraña. La araña, al verlo, se relamió de placer con el festín que se iba a dar. Y, es que en la vida, los grandes éxitos no deben hacernos perder de vista lo fácil que podemos perder todo por un pequeño error.
El amor y el tiempo
Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre; El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría… como también, todos los demás, incluso el AMOR.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo: “Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?
No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.
El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del viejo.
Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”.
-“Ha sido el Tiempo”, respondió el Saber, con voz serena.
-¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?
Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.
lunes, 16 de febrero de 2015
La gata encantada
Dedicada a la gata que más quise y que se fue hoy, para ti Miss
Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas deseaban tenerle por esposo. Pero el no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa gatita, junto a las llamas del hogar.
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Un día, dijo en voz alta: |
Eres tan cariñosa y adorable que, si fueras mujer, me casaría contigo. |
En el mismo instante apareció en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo: |
Príncipe tus deseos se han cumplido |
El joven, deslumbrado, descubrió junto a el a Zapaquilda, convertida en una bellísima muchacha.
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Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que acudieron al banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón y zampárselo en cuanto lo hubo atrapado.
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El príncipe empezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para que convirtiera a su esposa en la gatita que había sido. Pero el Hada no acudió, y nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la vida contemplando como su esposa daba cuenta de todos los ratones de palacio.
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La parabola del amor
"Parábola del amor"
"Te moldearé", le dijo el hacha al pedazo de hierro mientras descendía con toda su fuerza sobre uno de sus costados.
Pero a cada golpe que le daba iba perdiendo su filo, hasta que después de un rato aquella herramienta no pudo más, había quedado completamente obtusa.
"Déjenmelo a mí", repuso el serrucho mientras clavaba sus dientes en el pedazo de hierro, los cuales fueron desapareciendo uno por uno.
"Yo me encargaré de modelarlo", expresó con arrogancia el martillo, mientras se burlaba de sus compañeros que habían fracasado. Pero después de varios golpes se le quebró el mango y se le desprendió la cabeza.
"¿Me permiten probar?, pregunto humildemente una pequeña llama. Los tres se rieron a carcajadas, pero se lo permitieron porque estaban convencidos de que también iba a fracasar. Sin embargo, aquella llamita cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de él, lo abrazó y lo abrazó hasta volverlo blando y darle la figura que quería.
Aquella pequeña llama logró lo que las otras tres poderosas herramientas no pudieron alcanzar. Así es el amor.
Hay en el mundo corazones tan duros que pueden resistir los hachazos de la ira, los dientes del rencor, y los golpes de orgullo y del rechazo, pero por más severo que sea el corazón de la persona, no podrá resistir los embates del amor; porque el amor es la fuerza más poderosa de este mundo...
Los tres ultimos deseos
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
- Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
- Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas... ), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
- Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro contestó al general:
- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
- Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
- Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
El tesoro más preciado
Erase una vez un rey apuesto y ejemplar en su comportamiento que muchas cortesanas del lugar querían conquistar, pero él sólo las veía como seres ambiciosos y frívolos.
Un día, anunció que había llegado el momento de escoger a su consorte y que la que le trajese el tesoro más valioso se convertiría en su esposa y reina de todos sus súbditos.
Los salones de palacio empezaron a llenarse de ricos objetos de oro y plata, enormes piedras preciosas engarzadas en joyas incomparables, finas porcelanas jamás vistas....
Ninguno de esos presentes llamaron la atención del monarca, pero, de pronto, llegó
ante él una humilde muchacha con las manos
vacías. Mi señor, no dispongo de riquezas, lo
único que puedo ofreceros es mi tiempo.
Tiempo para amaros, para escucharos y respetaros. Tiempo para estar junto a vos en
los buenos momentos y en los malos; dijo la
joven.
Estas palabras conmovieron tanto al rey, que
decidió casarse con la muchacha.
Y para anunciarlo, dijo: Todas intentaron
deslumbrarme con bienes materiales que el
dinero puede comprar. Pero sólo esta joven
supo ofrecerme el bien más simple y preciado
su propio tiempo.
Por eso, no lo dudemos ni un instante y regalemos nuestro tiempo a quienes más
queremos.
Un día, anunció que había llegado el momento de escoger a su consorte y que la que le trajese el tesoro más valioso se convertiría en su esposa y reina de todos sus súbditos.
Los salones de palacio empezaron a llenarse de ricos objetos de oro y plata, enormes piedras preciosas engarzadas en joyas incomparables, finas porcelanas jamás vistas....
Ninguno de esos presentes llamaron la atención del monarca, pero, de pronto, llegó
ante él una humilde muchacha con las manos
vacías. Mi señor, no dispongo de riquezas, lo
único que puedo ofreceros es mi tiempo.
Tiempo para amaros, para escucharos y respetaros. Tiempo para estar junto a vos en
los buenos momentos y en los malos; dijo la
joven.
Estas palabras conmovieron tanto al rey, que
decidió casarse con la muchacha.
Y para anunciarlo, dijo: Todas intentaron
deslumbrarme con bienes materiales que el
dinero puede comprar. Pero sólo esta joven
supo ofrecerme el bien más simple y preciado
su propio tiempo.
Por eso, no lo dudemos ni un instante y regalemos nuestro tiempo a quienes más
queremos.
El punto negro
Cierto día, un profesor entra al salón de clases y le dice a los alumnos, que se preparen para una prueba sorpresa.
Todos se pusieron nerviosos, asustados por el examen que vendría, mientras el profesor iba entregando la hoja del examen con la parte frontal para abajo, de modo que no vieran lo que contenía hasta él decir en que constaba la prueba.
Una vez que entregó todas las hojas, les pidió que den vuelta la hoja y vean el contenido. Para sorpresa de todos era una hoja en blanco que tenía en el medio un punto negro. Viendo la cara de sorpresa de todos sus alumnos, el profesor les dijo:
Ahora van a escribir una redacción sobre lo que están viendo.
Todos los jóvenes, confundidos, se pusieron a pensar y a escribir sobre lo que veían.
Terminado el tiempo, el maestro recoge las hojas, las coloca en el frente del escritorio y comienza a leer las redacciones en voz alta.
Todas, sin excepción se referían al punto negro de diferentes maneras.
Terminada la lectura, el profesor comenzó a hablar de la siguiente manera:
Este test no es para darles una nota, les servirá como lección de vida. Nadie habló de la hoja en blanco, todos centraron su atención en el punto negro. Esto mismo pasa en nuestra vida, en ella tenemos una hoja en blanco entera, para ver y aprovechar, pero nos centramos en los puntos negros.
La vida es un regalo de la naturaleza, nos es dada con cariño y amor. Siempre tenemos
obrados motivos para festejar, por su renovación, por los amigos que nos apoyan, el empleo que nos da el sustento, los milagros que suceden diariamente, y no obstante insistimos en mirar el punto negro, ya sea el problema de salud que nos afecta, la falta de dinero, la difícil relación con un familiar, la decepción con un amigo...
Los puntos negros son mínimos en comparación con todo lo que diariamente obtenemos, pero ellos ocupan nuestra mente, en todo momento.
Hay motivos para ser felíz, no os obsesionéis con las desgracias y los fracasos.
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