Dos hermanos, Juan y Pedro, mantenían una buena relación pero nunca se veían. un día, el primero de ellos se encontró con un amigo común que le dijo que Pedro no le iban bien la cosas y su mujer estaba muy enferma y no podía cuidar a sus hijos como querría. Viendo la gravedad del asunto, Juan hizo las maletas y se presento por sorpresa en casa de Pedro.
Cuando llegó, se dieron un fuerte abrazo y Juan le contó que se había quedado sin hogar por culpa del incendio y que le habían despedido del trabajo, por lo que pedía que le acogiese en casa. Él le pagaría por ello y además, cuidaría de sus hijos.Así las cosas, Pedro pudo dedicarse de lleno al trabajo y, como era un profesional, pronto ascendió a un cargo muy bien remunerado. Por su parte, la mujer se restableció y volvió a ser la ama de casa ejemplar.
Resueltos los problemas, Pedro le dijo a su hermano que ya le cobraría y le buscaría un buen empleo. La respuesta de éste le dejó descolocado: "en realidad, no me hace falta el dinero, porque soy millonario. Si te hubiese ayudado económicamente no habrías valorado lo que te ha costado recuperarte, puesto que lo que se consigue sin esfuerzo se pierde rápidamente"
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