lunes, 28 de mayo de 2018

El roble y la hiedra


Un hombre edificó su casa. Y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble. Y el roble creció lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.
Junto a la pared de su casa plantó una hiedra y la hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.
Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.
- ”¿Cómo estás, amigo roble?”, preguntó una mañana la hiedra.
- ”Bien, mi amiga”, contestó el roble.
- “Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura”, agregó la hiedra con mucha ironía. “Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio”.
- “No te burles, amiga", respondió muy humilde el roble. “Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza”.
Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.
Y el tiempo siguió su marcha.
El roble creció con su ritmo firme y lento.
Las paredes de la casa envejecieron.
Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín. Fue una noche terrible.
El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.
Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó.
Mientras tanto el roble reflexionaba:
- " Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros. "

El león y sus consejeros


El león que no se había distinguido por su buen carácter, tenía el día cruzado-. Iba paseando por la selva en busca de comida cuando se cruzó con una mofeta pendenciera, que se preciaba de no haber perdido ni una sola pelea con cualquier animal, por peligroso que fuese.

  Tras intercambiar dos o tres frases, el león y la mofeta perdieron los estribos y se enzarzaron en una disputa.


  El felino levantó su enorme zarpa y, a punto estaba de asestar un fatal golpe a su presa, cuando la mofeta lo roció con su fétido líquido. El león huyó con el rabo entre las patas y mas airado que nunca.



  Tras pasar varios días vagabundeando por la selva para ver si aquel insoportable olor desaparecía, decidió pedir consejo a sus tres animales de confianza.


  " Amigo oso, ¿ crees que huelo mal ?".
   Sospechando que esperaba una respuesta sincera, le dijo : " Hueles realmente mal ".Y el rey de la jungla lo degolló.


   LLegó el turno del lobo quien, creyendo saber lo que deseaba oír el león, susurró . " Oléis a rosas". El león no soportó semejante engaño y se zampó al lobo.


  Sólo quedada consultar al zorro que, sabiendo lo sucedido, se excusó : " Estoy tan resfriado que no puedo oler nada ". 


  Sabia decisión, pues cuando es peligroso hablar, lo mejor es callar.

LOS TRES CABELLOS


Una historia sencilla que nos muestra que la actitud es todo en la vida. Tal vez no sea tan simple llevarla a la pràctica, pero vale la pena intentarlo.

Una mujer muy sabia se despertò una mañana, se mirò al espejo, y notò que tenía solamente tres cabellos en su cabeza.
’Hmmm’ -pensò-, ’Creo que hoy me voy a hacer una trenza’.
Asì lo hizo y pasò un dìa maravilloso.

Al dìa siguiente, se despertò, se mirò al espejo, y vio que tenìa solamente dos cabellos en su cabeza.
’Humm’ -dijo-, ’Creo que hoy me peinarè de raya en medio’.
Asì lo hizo y pasò un dìa grandioso.

El siguiente dìa cuando despertò, se mirò al espejo, y notò que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.
’Bueno’ -ella dijo-, ’ahora me voy a hacer una cola de caballo’.
Asì lo hizo y tuvo un dìa muy, pero muy divertido.

A la mañana siguiente cuando despertò, corriò al espejo y enseguida notò que no le quedaba un solo cabello en la cabeza.
’Que Bien!’ -exclamò-.
’Hoy no voy a tener que peinarme!’.
 
LA ACTITUD ES TODO.

Nuestra clase de vida no està determinada por què nos sucede, sino por nuestra reacciòn a lo que nos sucede.

La vida no es esperar a que la tormenta pase...
Es aprender a bailar bajo la lluvia.

El vendedor de Globos


Era una tarde de domingo en una  pequeña ciudad. El parque estaba repleto de personas que aprovechaban – como ya hacían hace años sus padres y abuelos – del día soleado y con temperatura suave, para pasear, encontrarse con los amigos, conversar y, al mismo tiempo, llevar a sus niños para jugar en los diversos juegos infantiles, montados con esmero y eficiencia por el alcalde de aquella ciudad.
En medio de la plaza se destacaba el aspecto colorido del carrito del vendedor de globos, que había llegado pronto, aprovechando la clientela infantil que ya estaba en la plaza, a fin de ofrecer sus globos y, así, ganarse un salario.
Como buen vendedor que era, llamaba la atención de los niños hablando de sus globos y soltando globos de colores para que, al elevarse en el aire, anunciasen visualmente que los globos ya estaban a la venta.
No muy lejos del carrito, un niño negro observaba como soltaba los globos.
Acompañó un globo rojo soltarse de las manos del vendedor y elevarse lentamente por los aires, alejándose, por la altura, de la plaza.
Algunos minutos después, un globo azul fue soltado y subió a los cielos.
Luego, en seguida, un nuevo globo de color amarillo, se elevaba lentamente, seguido de otro de color blanco.
El niño, de mirada atenta, seguía cada uno de ellos. Estaba imaginando mil cosas….
Intrigado, el muchacho notó que había un globo de color negro que, a pesar de estar junto con los demás globos, el vendedor no soltaba.
Se aproximo a él y preguntó:
– Señor, si soltara el globo negro, ¿él subiría tanto como los otros?
El vendedor sonrió, como quien entendía la preocupación del muchacho, cortó el cordón que prendía el globo negro y, mientras él se elevaba en el aire, le dijo:
– No es el color, hijo, es lo que está dentro de él lo que le hace subir. ¿Has entendido?
El niño sonrió con satisfacción y agradeció al vendedor y marchó saltando, para confundirse con los muchachos que coloreaban el parque en aquella soleada tarde.
El vendedor de globos le acababa de enseñar una bella lección de fraternidad: no es el cuerpo, ni el color, ni la raza, ni tampoco la posición social, ni la religión o las apariencias… es lo que está dentro de cada uno lo que le hace subir.  

LA MUJER PERFECTA

Nasrudin y su amigo hacía mucho tiempo que no se veían y, mientras tomaban un té, hablaron de lo divino y de lo humano y rememoraron cómo habían transcurrido sus vidas. Omar le contó que era muy feliz con su mujer, que le había dado tres hijos maravillosos. Como Nasrudin no explicaba nada sobre su estado civil, su buen amigo le preguntó: “Entonces, ¿nunca te has planteado casarte?”
Tras permanecer un rato callado, le confesó: ” En mi juventud, decidí buscar a la mujer perfecta que tenían en mi mente. Cruce las dunas del desierto, llegué a Damasco y allí conocí a una muchacha muy religiosa y de gran belleza, pero que no tenía ningún interés por las cosas de este mundo. Un tiempo después, atraído por los jardines del palacio de Chehel Sotún, encaminé mis pasos a otra gran ciudad, Isfahan. Paseando, encontré una mujer que conocía lo material y lo espiritual, pero desgraciadamente no era bonita. Entonces viajé al Cairo. Allí, uno de mis mejores clientes me invití a cenar en su casa, donde conocí a mujer preciosa, religiosa y conocedora de todo lo terrenal”. “¿Y te casaste con ella?, le preguntó ilusionado Omar. A lo que Nasrudin respondió: “Ah, compañero, lamentablemente ella también soñaba con un hombre perfecto”.
Por tanto, tratar de buscar a esa mujer perfecta, solo hizo que acabara solo y perdiera oportunidades de conocer a otra mujer que fuera “buena” para él.Muchas veces “lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno”.

No es mi problema


Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y a su esposa abriendo un paquete. Pensó, qué tipo de comida podía haber allí. Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una trampa para ratones. Fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos:
- Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo:
- Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en nada, no me incomoda.
El ratón fue hasta el cordero y le dice:
- Hay una ratonera en la casa, una ratonera!
- Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo:
- Pero acaso, estoy en peligro?....Pienso que no, dijo la vaca.
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz picó a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre alta.
Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien con fiebre, nada mejor que una nutritiva sopa.El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendio la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no te afecta, no es tuyo, y no le prestas atención.... piénsalo dos veces.

Cuidado con el Desaliento


Cuenta la historia que un día, el diablo decidió retirarse de su actividad y vender sus herramientas al mejor postor. Cuando llegó la noche de la venta, tenia preparado todo su material, que por cierto, era un lote siniestro: ODIO, CELOS, ENVIDIA, MALICIA, ENGAÑO... y todo lo malo que puedas imaginar.
De entre todas las herramientas había una muy gastada, como si hubiese sido usada muchísimas veces. Sin embargo, era más cara que el resto de las herramientas. Alguien le preguntó al diablo, cual era esa herramienta tan cara. "DESALIENTO" fue la respuesta.
¿Por qué su precio es tan alto?, siguió preguntando. Porque esa herramienta, respondió el diablo, es la más útil de todas, con ella puedo entrar en la conciencia de las personas y una vez dentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona lo que se me antoje.
Está muy gastada, porque la uso con casi todos los seres de este mundo.
A pesar de la explicación y de ver la gran utilidad de esa herramienta, nadie la pudo comprar, porque el precio del desaliento era muy alto. Esa es la razón por la que aún sigue siendo propiedad del diablo.


El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable fortalecerse. Nos desalentamos con las situaciones económicas, laborales, familiares, con el fracaso, con el engaño, con la mentira, con el desamor. . .


Debemos mantenernos alertas contra el desaliento.
Si hay un tropezón o una caída no hay que rendirse.
Cada día podemos empezar otra vez desde el punto más alto.
"Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible
y de repente estarás haciendo lo imposible”

San Francisco de Asís

El tesoro escondido


“El rabino Isaac tenía un sueño recurrente en el que una voz le ordenaba que viajase a la lejana Praga y que, una vez allí, empezara a cavar debajo del puente que conduce al Palacio Real hasta encontrar un tesoro. Como pasaban los meses y el sueño persistía, al final decidió hacer el largo viaje para comprobar qué había de vedad en esa revelación.
Cuando llegó a su desino, constató desolado que el puente era constantemente vigilado por dos soldados. Así que cada día, desde la distancia, se pasaba un buen rato observándoles. Ese gesto no pasó inadvertido al capitán de la guardia que, cuando lo vio llegar una mañana más, se acercó a él para averiguar el motivo de su presencia allí. El rabino, superando sus recelos, decidió confiarle su sueño. El capitán se echó a reír y, a su vez, le confesó al venerable rabino: ¿Sabe usted que si yo hiciera caso de mis sueño estaría buscando por Polonia a un tal Isaac, hijo de Ezequiel, que según mis sueños tiene un tesoro en un rincón de su cocina? El rabino quedó impresionado y rápidamente regresó a Polonia. Cavó entusiasmado en su cocina y encontró el tesoro.
Y es que, a veces, recorremos un lago camino en busca de la felicidad cuando realmente está muy cerca de nosotros, en nuestro interior”.
¿Qué es para ti la felicidad?… ¿Un imposible?, ¿Un estado emocional? , ¿Una actitud? … Para mí, la felicidad es una actitud que se toma conscientemente cuando dejamos de buscar y nos limitamos a vivir, cuando nos enfocamos en lo que tenemos y no en lo que nos falta, cuando  nos ponemos objetivos y vamos tras ellos, y sobre todo, cuando somos coherentes, nos queremos, respetamos y  perdonamos a nosotros mismos.
“La felicidad es interior, no exterior, por lo tanto no depende lo que tienes, sino de lo que eres” Pablo Neruda

Soy yo quien decide


Un buen día un exitoso columnista de un diario acompañaba a un buen amigo a comprar el periódico. Cuando estuvieron delante del quiosco, su amigo saludó al vendedor amablemente. El quiosquero, respondiéndole de mala manera, le lanzó el periódico sin mirarle a la cara, como si estuviese ofendido por algo. Su amigo, sin molestarse lo más mínimo, sonrió al quiosquero y le deseó que pasase una buena semana.

Cuando se habían alejado, el columnista, impresionado por la situación, le preguntó a su amigo:

– Oye, ¿este hombre siempre es tan desagradable y maleducado contigo?

– Sí, así es.

– Y tú, ¿siempre le muestras tu cara más amable a este impresentable? -preguntó el periodista intrigado.

– Sí, claro -respondió sin parecerle extraño.

– Perdona, no entiendo por qué actúas así.  Yo le habría pagado con la misma moneda -concluyó el columnista. Y el amigo le respondió:

– Sabes qué, no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar.

No debemos permitir que la conducta de los otros condicione la nuestra.

sábado, 26 de mayo de 2018

El Manzano


Hace muchos años, había un manzano y un niño que lo adoraba y pasaba todos los días jugando alrededor de él. El pequeño creció y nunca jamás volvió a ser su compañero de juegos.
Un día, regresó ya hecho un muchacho y el árbol le dijo: -¿Juegas conmigo?-. Pero este le respondió: -Ya no soy el niño de antes, lo que ahora quiero son juguetes y no tengo dinero para comprarlos-. -Te sugiero que cojas todas mis manzanas y las vendas-, le contestó el árbol. Pero, tras hacer eso, se marchó dejándolo solo otra vez.
Transcurrieron unos años hasta que, ya hecho un hombre, volvió bajo su sombra protectora. -¿Vienes a jugar conmigo?-, le preguntó el manzano, -No tengo tiempo he de trabajar para mantener a mi familia. Necesito una casa. ¿Puedes ayudarme?-. Y éste le respondió -Coge mi madera y constrúyela-. Y así lo hizo. Pasaron muchos, muchos años, sin que el manzano supiese nada y un día se acercó un anciano con bastón que era su amigo. El árbol le dijo: -No tengo nada que ofrecerte, pero puedes apoyarte en mi seco tronco para descansar-.
Ésta podría ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres, que a lo largo de la vida nos lo dan todo y nos apoyan siempre sin pedir nada a cambio.

Verdades parciales



Se cuenta que un profeta, rodeado de todos sus discípulos, llegó a una ciudad para difundir sus doctrinas y hacer a sus habitantes un poco más sabios. A los pocos días de abrir las puertas de la escuela en la que se había instalado, se les unió un estudiante que dijo: “Señor, en esta ciudad reina la frivolidad, a nadie le interesa aprender. Si pretendéis inculcar alguna idea en sus corazones, vais a tener un duro trabajo”. El maestro, que lo estaba escuchando atentamente, le contestó: “Tienes razón”.
Ese mismo día, llamó a la puerta de esta comunidad otro muchacho que, con una amplia sonrisa, se dirigió al profeta con estas palabras: “Señor, habéis llegado a la ciudad ideal para acogeros. Aquí la gente hierve de deseos por conocer la doctrina verdadera”. El maestro sonrió complacido y, de nuevo, comentó: “Tienes razón”
Uno de los discípulos, contrariado, le dijo al profeta: “¿Por qué les contestas siempre lo mismo? No puede ser que ambos tengan razón”.  A lo que el sabio respondió: ”Cada hombre ve el mundo de una manera distinta. Unos sólo reparan en lo malo y otros, en lo bueno. ¿Piensas que se equivocan? No creas que me han engañado, sólo me han dicho una verdad incompleta”.

Mamá Gaviota

Hace mucho tiempo, en una playa castigada por olas gigantescas, había una gaviota desesperada. Acababa de poner sus huevos en la arena y el mar se los había arrebetado. Mamá gaviota se lanzó al mar para recuperarlos y se sumergió en él una y otra vez, pero sus intentos fueron en vano. Con el corazón roto, imploró al mar: "Devuélveme a mis hijos, por favor". Pero el mar no le contestó.
Cansada de suplicar, el ave lanzó este desafío: "Si me arrebatas a mis hijos, te secaré. Con mi pico, iré sacando agua sin importarme cuanto tarde". Día y noche hasta casi desfallecer persistió en su irrealizable misión. Su trágica historia conmovió el corazón de las gaviotas del lugar que, poco a poco, se fueron juntando para ayudarla hasta que formaron una enorme bandada, que iba del mar a la orilla en un frenesí sin fin.
La Gran Gaviota, que estaba observándolo todo desde lo más alto del cielo decidió bajar para averiguar qué sucedía. En cuanto se enteró de la historia de mamá gaviota y sus hijos perdidos, les dijo a todas: "Dejad que hable con mi amigo el dios del océano y él devolverá los huevos". Y así fue. Pero desde entonces las gaviotas aprendieron una gran lección: luchando unidos podemos lograr cosas que solos jamás conseguiremos.

El lago helado



En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua. El otro agarro una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo es muy grueso, es imposible que haya podido romperlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas…”
En ese instante apareció un anciano y, con una sonrisa, dijo:
—Yo sé cómo lo hizo.
— ¿Cómo? —le preguntaron.
—No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.”
El mensaje que nos transmite este cuento se parece al de aquél que veíamos en el vídeo del niño que era capaz de levantar un árbol caído sobre la calzada. No subestimemos el poder de nuestras acciones, y no nos cansemos de trabajar por aquello que hemos soñado.

La ventana



Dos hombres enfermos de gravedad compartían el mismo cuarto de un hospital. Uno de ellos tenía permitido sentarse durante una hora de la tarde para drenar el líquido de sus pulmones. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación. El otro tenía que permanecer acostado de espaldas sin moverse.

Conversaban incesantemente, un día tras otro, de los temas más variados y, sobre todo, de sus experiencias. Cada tarde, cuando el hombre del lado de la ventana se sentaba, le describía a su compañero de cuarto todo lo que veía en el exterior. Con el tiempo, el hombre acostado de espaldas, que no podía asomarse por la ventana, esperaba ansioso que llegara esa hora durante la cual disfrutaba con los relatos de su compañero.

La ventana daba a un gran parque con un lago hermoso. Los patos y los cisnes se deslizaban por el agua, mientras los niños jugaban en la orilla. Los enamorados se paseaban de la mano entre jardines con flores de todos los colores y árboles majestuosos. Al fondo de este paisaje, en la distancia, se distinguía recortada sobre el cielo una bella vista de la ciudad con sus monumentos. Cuando el señor de la ventana describía todo esto con detalle, su compañero cerraba los ojos y lo imaginaba con una gran sonrisa en su boca. Una tarde, le describió un desfile que pasaba por la puerta del hospital y, aunque no pudo escuchar la banda, era casi como si lo hubiera visto. Otra tarde le retransmitió un partido que jugaban unos niños enfrente, con sus goles y todo.

En otra ocasión le contó con precisión cómo iba vestida la gente y lo que hacían cuando pasaban por allí en su ir y venir. Prácticamente cada vez le contaba una cosa distinta.

Así se sucedían las tardes, los días y las semanas. Una mañana, la enfermera, al entrar en la habitación para el aseo diario, se encontró con el cuerpo sin vida del señor de la ventana, que al parecer había muerto tranquilamente durante el sueño. Al día siguiente, el otro señor pidió que lo trasladaran cerca de la ventana. La enfermera realizó el cambio y después de asegurarse de que estaba cómodo, le dejó solo. El señor, con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó en un codo para poder mirar el mundo exterior por primera vez desde su llegada al hospital, ¡por fin podría verlo todo por sí mismo!

Una vez que consiguió incorporarse, miró por la ventana y lo único que vio fue la pared gris de un edificio. Confundido y triste a la vez, llamó a la enfermera y le preguntó si sabía por qué su compañero muerto le había engañado describiendo tantas cosas maravillosas y distintas de lo que se veía por la ventana. La enfermera le respondió: "Tu compañero era ciego. Ni siquiera podía ver la pared de enfrente. Un día me comentó que lo hacía para animarte".

Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la propia situación.

El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble. Si quieres sentirte rico, solo cuenta todas las cosas que tienes y que el dinero no puede comprar.

La Lata de Leche


Dos hermanitos muy pobres, de 5 y 10 años, recorrían de puerta en puerta las casas del pueblo pidiendo algo de comida con la que aplacar el hambre. En la mayoría de los sitios ni les hacían caso o, directamente, los echaban a escobazos. Pero siempre hay gente de buen corazón: una señora muy amable les hizo esperar un rato y les trajo una lata pequeña de leche condensada.
Alegres como cascabeles, tardaron poco en sentarse en la acera para desayunar. Tras abrir la lata, el más pequeño de los hermanos le dijo al otro: "Tú eres el mayor, te toca beber antes". Y el pequeño lo miraba relamiéndose mientras lo hacía. Pero, en realidad, el mayor sólo fingía beber pues, apretando fuertemente los labios, no dejaba que en su boca entrase ni una gota de leche. Y cuando era el turno del pequeño, no paraba de jalearle para que diera largos tragos. De esta manera, el menor se bebió toda la lata sin enterarse.
Lo más extraordinario es que el mayor, con el estómago vacío, comenzo a bailar y a jugar a fútbol con la lata celebrando el festín. Él se había sacrificado por su hermanito pero lo hizo con total naturalidad y discreción, sin esperar agradecimientos a cambio, porque quien da es más feliz que quien recibe.

¿Vacía o llena?


Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó:
-Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?
La niña paró atención aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió:
-Papá estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.
-Muy bien – respondió su padre-. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.
Alejandra asombrada preguntó a su padre:
-¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?
Entonces el padre respondió:
-Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.
Alejandra se convirtió en adulta y siempre que veía a una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma de forma inoportuna o violenta o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo:
-Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.

La Generosidad


Hacía tiempo que no me cruzaba con mi vecino y me paré un rato a hablar con él. Me comentaba que las cosas no le iban bien del todo, pero que había otros que realmente lo estaban pasando mal, como una familia del barrio que tenía siete hijos y que llevaban varios días sin apenas probar bocado. Aquello me dejó tocado y decidí llevarles un saquito de arroz para, al menos, aliviar un poco su necesidad.
Cuando me abrieron la puerta y vieron lo que les traía, los niños hicieron una gran fiesta y, con los ojos llenos de felicidad, pidieron a su madre que pusiera la olla al fuego para cocinarles un plato calentito. La mujer no tardó en prepararles una sopita pero, antes de poner la mesa, llenó a rebosar un plato y salió a toda velocidad de casa.
Cuando, por fin, regresó, le pregunté: "¿A dónde has ido tan deprisa?". Y ella me respondió: "¡Mis vecinos también pasan hambre!". La mujer les había llevado la cena a los ancianos que vivían dos pisos más abajo. En ese momento, descubrí lo importante que es la generosidad. No importa realmente que seas rico o pobre, que te sobre algo para compartir o que apenas tengas lo mínimo, lo que cuenta es que quieras ayudar a los demás, aunque sea con lo poco que tienes.

CUENTO EL PERRO ASTUTO



Un  hombre  montó  una  expedición  para  ir  de  cacería  a  Africa  acompañado  de  su  perro,  pero  el  animal,curioso  por  naturaleza,  se  perdió  en  la  selva.  Mientras  el  can  intentaba
recordar  el  camino  de  vuelta,  vio  cómo  desde
lejos  venia  hacia  él  una  pantera  a  toda  carrera.  Temiendo  ser  devorado,  descubrió  un
montón  de  huesos  de  animales  y  empezó  a  
mordisquearlos.  Cuando  el  felino  estaba  a  punto  de  atacarle,  el  perrito  dijo  en  voz alta:
¡Que  sabrosa  pantera  me  acabo  de  zampar¡
Tras  oír  esto,  frenó  en  seco  y  salió  corriendo
por  el  camino  que  había  venido.
¿Qué  animal  sera  éste  capaz  de  comerse  a  uno  de  mis  congéneres?
¡A ver  si  el  próximo  voy  a  ser  yo!  pensó  la
pantera.
Pero  un  mono  que  había  visto  toda  la  escena
salió  tras  ella  para  explicarle  el  engaño:
No  seas  tonta, no  debes  temerle, es  un  perro
y  los  huesos  ya  estaban  allí.
Tras  descubrir  la  trampa, la  pantera  salió  corriendo, con  el  mono  en  su  lomo, para  darle
su  merecido  al  perro.
Este  los  vio  acercarse  y, sin  perder  la  calma ,
quedó  dándoles  la  espalda  y  dijo:
¡Hace  media  hora  que  le  dije al  mono  que  me
trajera  otra  pantera  y  no  aparece!  Así, como
el  astuto  perro, hay  que  utilizar  el  ingenio  y 
nunca  darse  por  vencidos,  sea  cual  sea  la 
adversidad  a  la  que  nos  enfrentamos.