Tras permanecer un rato callado, le confesó: ” En mi juventud, decidí buscar a la mujer perfecta que tenían en mi mente. Cruce las dunas del desierto, llegué a Damasco y allí conocí a una muchacha muy religiosa y de gran belleza, pero que no tenía ningún interés por las cosas de este mundo. Un tiempo después, atraído por los jardines del palacio de Chehel Sotún, encaminé mis pasos a otra gran ciudad, Isfahan. Paseando, encontré una mujer que conocía lo material y lo espiritual, pero desgraciadamente no era bonita. Entonces viajé al Cairo. Allí, uno de mis mejores clientes me invití a cenar en su casa, donde conocí a mujer preciosa, religiosa y conocedora de todo lo terrenal”. “¿Y te casaste con ella?, le preguntó ilusionado Omar. A lo que Nasrudin respondió: “Ah, compañero, lamentablemente ella también soñaba con un hombre perfecto”.
Por tanto, tratar de buscar a esa mujer perfecta, solo hizo que acabara solo y perdiera oportunidades de conocer a otra mujer que fuera “buena” para él.Muchas veces “lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno”.
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